La Vista del jardín de la Villa Médicis, en Roma, también llamado ''El pabellón de Ariadna-Logia de Cleopatra'' o ''El mediodía'', para diferenciarlo de su compañero, ''La entrada de la gruta'' o ''La tarde'', es un óleo pintado por Velázquez durante su primer viaje a Italia, entre 1629 y 1631.
El motivo representado es un jardín cerrado por una serliana dando cobijo a una de las copias de la escultura helenística de la Ariadna dormida, como la que el propio Velázquez trajo de Italia en su segundo viaje. La serliana actúa como una balconada abierta a un paisaje en el que destacan algunos cipreses, iluminado con un sol de mediodía que se cuela entre las frondosas compás de los árboles del jardín matizando con destellos de luz intensa las siluetas vaporosas de unos personajes episódicos, tan ligeramente dibujados que en ellos se transparenta el fondo.
La principal novedad del lienzo escriba en su inmediatez, habiéndolo pintado del natural con ligeras pinceladas, directamente al óleo y a plena luz, lo que sólo algunos artistas holandeses establecidos en Roma habían hecho para esas fechas, si bien estos, a diferencia de Velázquez, se habían servido siempre del lápiz, la pluma o la aguada para sus apuntes rápidos, como poco después haría también Claudio de Lorena en sus célebres estudios del natural.
jueves, 11 de diciembre de 2014
martes, 9 de diciembre de 2014
Maria de Austria.
Se trata de una obra muy lograda en que el autor capta perfectamente la psicologia de la futura emperatriz. Tal y como venía haciendo en retratos anteriores, Velázquez pinta sobre un fondo neutro para resaltar la figura. Todo está tratado con gran calidad: el traje verdoso, la gola gris y sobre todo el cabello, realizado con gran esmero y detalle minucioso.En 1630 el pintor Diego Velázquez se encontraba de viaje por Italia. Ya de regreso para España pasó los últimos tres meses de ese año en la ciudad italiana de Napoles y fue durante esa estancia cuando realizó el retrato de María Ana de Austria, todavía infanta pues aún no había tenido lugar su casamiento con Fernando III. El objeto de hacer este retrato era el de traérselo consigo para España y entregárselo a Felipe IV como recuerdo de su hermana, a la que no volvería a ver. Desde la época del emperador Carlos I hubo la costumbre de pintar retratos de parentela entre los reyes y sus allegados, en la mayoría de los casos como presentación del personaje a otras personalidades, con motivo de futuras bodas o simplemente para recuerdo de familia.
La costurera
La costurera o Mujer joven cosiendo, es una pintura al óleo atribuida a Velazquez. La obra, inacabada, se ha puesto en relacion con una entrada en el inventario de los bienes dejados por Velazquez a su muerte en el que el numero 168 se citaba (Otra cabeca de una mujer aciendo labor). Para su ejecución se han fijado fechas que van desde 1640 hasta 1649, fecha del segundo viaje del pintor a Italia. Para López-Rey, el caracter inacabado de la obra imposibilita la datación, aunque el parecido del modelo con la mujer retratada en la Dama del abanico, que considera de 1635, haria pensar en una fecha proxima para la Costurera. El mismo López-Rey señala semejanzas con la coronación de la virgen que avalarían se autografía, discutida por críticos como Pantorba o Sánchez Cantón.
La adoración de los Magos
La adoración de los Magos es una pintura al óleo sobre lienzo de Diego Velázquez fechada en 1619 en una piedra al pie de la Virgen.
El cuadro representa la Adoración de los Reyes Magos según la tradición cristiana que concreta su número en tres y, a partir del siglo XIV, imagina a Baltasar de color negro, ofreciendo tres regalos.
Con los tres magos, a la Virgen y el Niño, Velázquez pinta a san José y a un paje, con los que se llena prácticamente toda la superficie del lienzo y deja solo una pequeña abertura a un paisaje crepuscular en el ángulo superior izquierdo. La zarza al pie de María alude al contenido de su meditación, expresada en el rostro reconcentrado y sereno.
En los personajes representados se han buscado retratos de miembros de la familia del pintor, relacionando un autorretrato de Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, con la cabeza del rey Melchor, el de barba blanca. Conforme a esas interpretaciones, la virgen sería la esposa de Velázquez, Juana Pacheco, con la uq ehabía casado un año antes, el Niño Jesús sería la propia hija mayor del pintor, y este, o su hermano Juan, daría rostro a Gaspar.
El cuadro representa la Adoración de los Reyes Magos según la tradición cristiana que concreta su número en tres y, a partir del siglo XIV, imagina a Baltasar de color negro, ofreciendo tres regalos.
Con los tres magos, a la Virgen y el Niño, Velázquez pinta a san José y a un paje, con los que se llena prácticamente toda la superficie del lienzo y deja solo una pequeña abertura a un paisaje crepuscular en el ángulo superior izquierdo. La zarza al pie de María alude al contenido de su meditación, expresada en el rostro reconcentrado y sereno.
En los personajes representados se han buscado retratos de miembros de la familia del pintor, relacionando un autorretrato de Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, con la cabeza del rey Melchor, el de barba blanca. Conforme a esas interpretaciones, la virgen sería la esposa de Velázquez, Juana Pacheco, con la uq ehabía casado un año antes, el Niño Jesús sería la propia hija mayor del pintor, y este, o su hermano Juan, daría rostro a Gaspar.
El San Juan Evangelista en Patmos
El San Juan Evangelista en Patmos es un cuadro de la primera etapa de Velázquez, pintado en Sevilla hacia 1618.
Velázquez representa a Juan el Evangelista en la isla de Patmos donde, como cuenta Francisco Pacheco, tuvo admirables ilustraciones y revelaciones y escribió el Apocalipsis. Aparece sentado, con el libro en el que escribe el contenido de la revelación sobre las rodillas. Al pie otros dos libros cerrados aluden probablemente al evangelio y a las tres epístolas que escribió. Arriba y a la izquierda aparece el contenido de la visión que tiene suspendido al santo, tomado del Apocalispis.
La luz es también la propia de las corrientes naturalistas. Procedente de un punto focal situado fuera del cuadro que refleja intensamente en las ropas blancas y destaca con fuertes sombras las facciones duras del joven apóstol. El efecto volumétrico creado de ese modo, y el interés manidestado por las texturas de los materiales, como se ha señalado Fernando Marías, alejan a Velazquez de su maestro ya en estas obras primerizas.
Velázquez representa a Juan el Evangelista en la isla de Patmos donde, como cuenta Francisco Pacheco, tuvo admirables ilustraciones y revelaciones y escribió el Apocalipsis. Aparece sentado, con el libro en el que escribe el contenido de la revelación sobre las rodillas. Al pie otros dos libros cerrados aluden probablemente al evangelio y a las tres epístolas que escribió. Arriba y a la izquierda aparece el contenido de la visión que tiene suspendido al santo, tomado del Apocalispis.
La luz es también la propia de las corrientes naturalistas. Procedente de un punto focal situado fuera del cuadro que refleja intensamente en las ropas blancas y destaca con fuertes sombras las facciones duras del joven apóstol. El efecto volumétrico creado de ese modo, y el interés manidestado por las texturas de los materiales, como se ha señalado Fernando Marías, alejan a Velazquez de su maestro ya en estas obras primerizas.
La Inmaculada Concepción
La Inmaculada Concepción pintada por Velázquez hacia 1618, podría ser, con su paareja, el San Juan evangelista en Patmos del mismo museo, la primera de las oras conservadas del sevillano, pintada con poco más de 18 años.
En 1800 Juan Agustín Ceán Bermúdez citó la obra, junto con su pareja, el San Juan evangelista escribiendo el Apocalipsis, de idénticas dimensiones, en la sala capitular del convento del Carmen Calzado de Sevilla.
El cromatismo parece haber sufrido un oscurecimiento general, a causa de la cera aplicada en una forración. Pero de todos modos no es probable que en su estado primitivo alcanzase la claridad de las Inmaculadas de su maestro, Francisco Pacheco, si se considera que había de armonizar con el San Juan en Patmos, cuyo sistema de iluminación intensa en el primer plano y dirigida desde la izquierda comparte.
En 1800 Juan Agustín Ceán Bermúdez citó la obra, junto con su pareja, el San Juan evangelista escribiendo el Apocalipsis, de idénticas dimensiones, en la sala capitular del convento del Carmen Calzado de Sevilla.
El cromatismo parece haber sufrido un oscurecimiento general, a causa de la cera aplicada en una forración. Pero de todos modos no es probable que en su estado primitivo alcanzase la claridad de las Inmaculadas de su maestro, Francisco Pacheco, si se considera que había de armonizar con el San Juan en Patmos, cuyo sistema de iluminación intensa en el primer plano y dirigida desde la izquierda comparte.
El apóstol Santo Tomás
El apóstol Santo Tomas es un óleo atribuido a Velázquez, perteneciente a su primer etapa y pintado en Sevilla entre 1618 y 1620.
El santo aparece de riguroso perfil, envuelto en un pesado manto castaño anaranjado surcado por profundos pliegues. Julián Gallego destacó la calidad de las manos, estudiadas del natural, con las que sujeta en la derecha un libro abierto encuadernado en pergamino y en la izquierda una pica o lanza que lleva al hombro. La iluminación intensa, dirigida desde la izquierda, ha llevado a que se recuerde con frecuencia a propósito de este cuadro el naturalismo caravaggista y su sistema de iluminación tenebrista.
Su identificación como el apóstol santo Tomás, habitualmente representado con una escuadra, es posible además de por la inscripción que lleva en la parte superior, por la pica, atributo no infrecuente y del que se vale también el Greco en alguno de sus apostolados.
El santo aparece de riguroso perfil, envuelto en un pesado manto castaño anaranjado surcado por profundos pliegues. Julián Gallego destacó la calidad de las manos, estudiadas del natural, con las que sujeta en la derecha un libro abierto encuadernado en pergamino y en la izquierda una pica o lanza que lleva al hombro. La iluminación intensa, dirigida desde la izquierda, ha llevado a que se recuerde con frecuencia a propósito de este cuadro el naturalismo caravaggista y su sistema de iluminación tenebrista.
Su identificación como el apóstol santo Tomás, habitualmente representado con una escuadra, es posible además de por la inscripción que lleva en la parte superior, por la pica, atributo no infrecuente y del que se vale también el Greco en alguno de sus apostolados.
Cristo en casa de Marta
Cristo en casa de Marta es una pintura al óleo de Velázquez realizada en Sevilla, al comienzo de su carrera, fechada en 1618.
El cuadro reúne elementos propios del género de bodegón con figuras practicado asiduamente por el joven Velázquez y defendido por su maestro y suegro Pacheco, pues con ellos encontró la verdadera imitación natural. En primer lugar presenta una doncella trabajando en la cocina con un almirez; en la mesa se encuentran dos platos de barro con huevos y cuatro pescados por cocinar, un jarro también con barro vidriado en su mitad superior, una guindilla y algunos ajos, habiendo puesto el pintor el acento en el tratamiento diferenciado de sus texturas y brillos. A la espalda de la de la doncella, una anciana, en la que se ha visto el mismo modelo de la ''Vieja friendo huevos'', parece amonestar a la joven, gesticulando con el dedo índice de su mano derecha. El naturalismo con que Veláquez trata esta parte del cuadro sitúa al espectador ante una escena cotidiana, en la que el pintor pudiera haber retratado cualquier cocina sevillana de su tiempo. Sin embargo, el dedo de la anciana dirige la mirada del espectador hacia un recuadro situado a la derecha en el que se divisa la que sería la escena principal, situada en el segundo plano : en una estancia posterior Jesús dialoga con las hermanas María, sentada como en el estrado a sus pies según la costumbre femenina de la época, y Marta, en pie, recriminando la actitud de su hermana.
El cuadro reúne elementos propios del género de bodegón con figuras practicado asiduamente por el joven Velázquez y defendido por su maestro y suegro Pacheco, pues con ellos encontró la verdadera imitación natural. En primer lugar presenta una doncella trabajando en la cocina con un almirez; en la mesa se encuentran dos platos de barro con huevos y cuatro pescados por cocinar, un jarro también con barro vidriado en su mitad superior, una guindilla y algunos ajos, habiendo puesto el pintor el acento en el tratamiento diferenciado de sus texturas y brillos. A la espalda de la de la doncella, una anciana, en la que se ha visto el mismo modelo de la ''Vieja friendo huevos'', parece amonestar a la joven, gesticulando con el dedo índice de su mano derecha. El naturalismo con que Veláquez trata esta parte del cuadro sitúa al espectador ante una escena cotidiana, en la que el pintor pudiera haber retratado cualquier cocina sevillana de su tiempo. Sin embargo, el dedo de la anciana dirige la mirada del espectador hacia un recuadro situado a la derecha en el que se divisa la que sería la escena principal, situada en el segundo plano : en una estancia posterior Jesús dialoga con las hermanas María, sentada como en el estrado a sus pies según la costumbre femenina de la época, y Marta, en pie, recriminando la actitud de su hermana.
lunes, 8 de diciembre de 2014
La dama del abanico
La dama del abanico es un cuadro de DIego Velaquez (1599-1660), pintando hacia 1635. Se desconoce con certeza la identidad de la mujer que protagoniza el lienzo, sobre la que los expertos discrepan. Para Lafuente Ferrari y otros podria ser Francisca Velazquez, hija del pintor, posibilidad descartada por Jose Lopez-Rey. En 2006 un estudio de la restauradora britanica Zahira Veliz Bomford propuso identificarla con Marie Aimée de Rohan, duquesa de Chevreuse, la aristocrata francesa celebre por sus intrigas politicas que en 1637 llegó a España buscando refugio en la corte de Felipe IV, de donde partió en dirección a Londres solo unos meses dspues. Por una carta fehada en enero de 1638 se sabe que Velazquez retrato en ese tiempo a la duquesa, que en todo se porta con mucha modestia, Y Velazquez la está ahora retratando con el aire y traje francés.
Felipe IV de castaño y plata
Es un retrato que presenta al rey Felipe IV de cuerpo entero y de tamaño natural. A diferencia de otros retratos de Felipe IV, en que aparece vestido de negro, en este viste un rico traje bordado en castaño y plata que le da el titulo. Los bordados de plata estan pintados con pequeños y rapidos empastes. Es un ropaje de esplendor insular, lo que parece indicar que esta conmemorando algun acontecimiento particular. Ademas, luce el collar de la orden del toisón de oro, colgando de una cadena de oro. Este es uno de los retratos que Velazquez hizo del rey Felipe IV de España. La datación no es segura. La pagina web National Gallery indica hacia el 1631-1632; la referencia Carrassat habla de 1635. En cualquier caso, se trata de un retrato posterior al primer viaje de Velazquez a Italia y en el se ve que el modelado es mas suave y se adopta un colorido mas propio de la escuela veneciana. Es el principal retrato del rey de la epoca.
sábado, 6 de diciembre de 2014
La Vieja friendo huevos
La Vieja friendo huevos es un cuadro de juventud de Velázquez, pintado en Sevilla en 1618, solo un año después de su examen como pintor.
El cuadro pertenece al género del bodegón, según lo entendía Francisco Pacheco, como escena de cocina o de mesón con figuras a veces ridículas o, cuando menos, vulgares, pero estimables ''sí son pintado como mi yerno los pinta alzándose con esta parte sin dexar lugar a otros'', pues por esta vía ''halló la verdadera imitación del natural''.
La escena se desarrolla en el interior de una cocina poco profunda, iluminada con fuertes contrastes de luz y sombra. La luz, dirigida desde la izquierda, ilumina por igual todo el primer plano, destacando con la misma fuerza figuras y objetos sobre el fondo oscuro de la pared, de la que cuelgan un cestillo de mimbre y unas alcuzas o lámparas de aceite. Una anciana con toca blanca cocina en un anafe u hornillo un par de huevos, que pueden verse en mitad del proceso de cocción flotando en líquido dentro de una cazuela de barro gracias al punto de vista elevado de la composición. Con un cuchara de madera en la mano derecha y un huevo que se dispone a cascar contra el borde de la cazuela en la mano izquierda, la anciana suspende la acción y alza la cabeza ante la llegada de un muchacho que avanza con un melón de invierno bajo el brazo y un frasco de cristal. Delante de la mujer y en primer termino se disponen una serie de objetos vistos con el mismo punto de vista elevado: una jarra de loza vidirada blanca junto a otra vidriada de verde, un plato de loza hondo con un cuchillo, cebollas y guindillas. Apoyado en el anafe brilla un caldero de bronce.
El cuadro pertenece al género del bodegón, según lo entendía Francisco Pacheco, como escena de cocina o de mesón con figuras a veces ridículas o, cuando menos, vulgares, pero estimables ''sí son pintado como mi yerno los pinta alzándose con esta parte sin dexar lugar a otros'', pues por esta vía ''halló la verdadera imitación del natural''.
La escena se desarrolla en el interior de una cocina poco profunda, iluminada con fuertes contrastes de luz y sombra. La luz, dirigida desde la izquierda, ilumina por igual todo el primer plano, destacando con la misma fuerza figuras y objetos sobre el fondo oscuro de la pared, de la que cuelgan un cestillo de mimbre y unas alcuzas o lámparas de aceite. Una anciana con toca blanca cocina en un anafe u hornillo un par de huevos, que pueden verse en mitad del proceso de cocción flotando en líquido dentro de una cazuela de barro gracias al punto de vista elevado de la composición. Con un cuchara de madera en la mano derecha y un huevo que se dispone a cascar contra el borde de la cazuela en la mano izquierda, la anciana suspende la acción y alza la cabeza ante la llegada de un muchacho que avanza con un melón de invierno bajo el brazo y un frasco de cristal. Delante de la mujer y en primer termino se disponen una serie de objetos vistos con el mismo punto de vista elevado: una jarra de loza vidirada blanca junto a otra vidriada de verde, un plato de loza hondo con un cuchillo, cebollas y guindillas. Apoyado en el anafe brilla un caldero de bronce.
La mulata
La cena de Emaús, también conocido como La mulata y Escena de cocina con la cena de Emaús, es un cuadro de Velázquez que lo habria pintado en su primera etapa sevillana, antes de 1623. La crítica no se muestra de acuerdo en la fecha de su ejecución, que algunos llevan a 1617-1618, siendo en ese caso una de las primeras obras conocidas del pintor, en tanto otros prefieren retrasarla a 1620-1622.
El cuadro presenta a una muchacha de tez oscura y confia blanca situada tras una mesa de cocina que corta la de medio cuerpo. Con su mano izquierda coge un jarro de ceránica vidriada, quedando sobre la mesa otros cacharros de loza y bronce, entre ellos un almirez con su mano y un ajo. En la pared del fondo un cesto de minbre cuelga de n.una escarpia con una servilleta blanca.
La ventana del fondo con la escena sagrada, recurso empleado también en ''Cristo en casa de Marta y María'', ha hecho que se hable de un ''cuadro denrtro del cuadro'' o de un espejo, como el que mucho más tarde empleará en ''Las Meninas'', si bien el dibujo de la contraventana evidencia, de una forma más clara que en el ''Cristo en casa de Marta y María'', que se trata de una abertura en el muro que comunica la cocina con una estancia situada tras ella.
viernes, 5 de diciembre de 2014
Tres hombres a la mesa
Tres hombres a la mesa(El almuerzo), fue pintado por Velázquez en su primera etapa sevillana hacia 1617-1618 y se conserva en el Museo de Hermitage de San Petesburgo. Perteneciente a la zarina Catalina II se encontraba en el Hermitage ya a finales del siglo XVIII, considerado como pintura flamenca. Desde 1895 se atribuye unánicamente a Velázquez.
El lienzo se trata de una escena cotidiana propia de la época sevillana de Velázquez. En ella aparecen tres hombres que representan las tres edades del hombre, sentados a una mesa cubierta con un mantel blanco sobre la que descansan un plato de mejillones, un vaso de vino y varias piezas de pan. Tras los personajes,
la oscuridad de la pared es rota por un sombrero y una golilla colgados de la misma.
Los modelos utilizados para los personajes de la izquierda y de la derecha parecen ser los mismos que Velázquez utilizo en sus obras San Pablo y Santo Tomás.
El lienzo se trata de una escena cotidiana propia de la época sevillana de Velázquez. En ella aparecen tres hombres que representan las tres edades del hombre, sentados a una mesa cubierta con un mantel blanco sobre la que descansan un plato de mejillones, un vaso de vino y varias piezas de pan. Tras los personajes,
la oscuridad de la pared es rota por un sombrero y una golilla colgados de la misma.
Los modelos utilizados para los personajes de la izquierda y de la derecha parecen ser los mismos que Velázquez utilizo en sus obras San Pablo y Santo Tomás.
Tres músicos
Tres músicos o Los músicos es una pintura al óleo de Velázquez, presumiblemente una de las primeras obras conservadas del pintor sevillano. Se conoce cuatro copias antiguas de esta composición, de peor caliidad, una de ellas en colección de Barcelona.
El cuadro se inscribe en el género que Pacheco denominó de ''figuras ridículas con sujetos varios y feos para aprovechar a risa''. Dos hombres con instrumentos musicales cantan en tanto el tercero, el más joven de ellos, con la vihuela bajo el brazo y un vaso de vino en la mano, llama la atenció del espectador con su sonrisa burlesca haciendo ver que es el vino el que inspira a los músicos. A su espalda un mono, con una pera, en la mano, subraya el carácter grotesco de las escena. El propio nombre del bodegón dado por Pacheco a este tipo de pinturas de género se asocia con la denominación de las tabernas o mesones sevillanos, probable marco de actuación àra estos músicos como indicaria la presencia ante ellos de una mesa con una hogaza de pan sobre una servilleta, una copa de vino y un queso con un cuchillo, que sirven además a Velázquez para realizar un estudio de las distintas texturas. La luz intensa y dirigia, proyectada desde la izquierda, provoca efectos claroscuro.
El cuadro se inscribe en el género que Pacheco denominó de ''figuras ridículas con sujetos varios y feos para aprovechar a risa''. Dos hombres con instrumentos musicales cantan en tanto el tercero, el más joven de ellos, con la vihuela bajo el brazo y un vaso de vino en la mano, llama la atenció del espectador con su sonrisa burlesca haciendo ver que es el vino el que inspira a los músicos. A su espalda un mono, con una pera, en la mano, subraya el carácter grotesco de las escena. El propio nombre del bodegón dado por Pacheco a este tipo de pinturas de género se asocia con la denominación de las tabernas o mesones sevillanos, probable marco de actuación àra estos músicos como indicaria la presencia ante ellos de una mesa con una hogaza de pan sobre una servilleta, una copa de vino y un queso con un cuchillo, que sirven además a Velázquez para realizar un estudio de las distintas texturas. La luz intensa y dirigia, proyectada desde la izquierda, provoca efectos claroscuro.
Retrato de Ferdinando Brandani
El retrato de Ferdinando Brandani, antes conocido como Retrato de hombre, el llamado barbero del Papa, fue pintado por Velázquez hacia 1650.
Hasta su identificación por la historiadora Francesca Curti se consideraba que el retratado era un personaje de la corte papal de Inocencio X que en un principio se indentificó con un bufón para posteriormente pasar a ser consideradp como el barbero del papa. El ropaje que luce apoyaba tal suposición, pues el cuello sencillo no es propio de un cardenal o alt cargo de la Iglesia. Antonio Palomino y Velasco, biógrafo de Velázquez, reseñó que durante la estancia del pintor en Roma esté retrató ''a Michel Angelo Aurgio, barbero de Su Santidad''; generalmente se suponía que el personaje de este retrato era Augurio, aunque los criticos no lo titulaban como tal por prudencia. Ferdinando Brandani en realidad ocupaba el cargo de oficial mayor de la secretaría del Papa.
Destaca en la pintura, de pequeño tamañop, el aire de intimidad y verismo que supo dar Velázquez a la efigie del caballero, centrándose en la descripción del rostro y dejando el resto de zonas en penumbra, pintadas con tonos neutros. El cromatismo del cuadro es de gran sobriedad, teniendo como protagonistas el negro, el blanco del cuello y una gama de matrices grises y rosados.
Retrato de Camillo Massimi (1650)
El Retrato de Camillo Massimi fue pintado por Diego Velazquez en 1650. Perteneciente a la Colección Bankes.
El cuadro fue identificado en 1958 por Enriqueta Harris con el retrato de ''Monseñor Camillo Massimo'', camarero del papa e ''insigne pinto'' citado por Antonio Palomino entre los retratos pintados por Velázquez en un segundo viaje a Roma, tras el del papa Inocencio X. Velázquez había emprendido este viaje en 1649 con objeto de contratar a algún pintor especialista en frescos y comprar pinturas y esculturas para la decoración del Alcazar de Madrid en nombre de Felipe IV, pero a diferencia del primer viaje, ahora era un pintor consagrado que buscaba verse reconocido en Roma y buscó la ocasión de retratar al Papa Inocencio X y a varios mienbros de su corte. Junto con la del retrato del cardenal Camillo Astalli Pamphili pintado en la misma ocasión perteneció al marqués del Carpio, virrey de Nápoles, figurando en el inventario de los bienes dejados en Madrid a su muerte en 1687. Se desconocen de los pasos seguidos por el cuadros hasta su ingreso en la coleccion Bankes.
El cuadro fue identificado en 1958 por Enriqueta Harris con el retrato de ''Monseñor Camillo Massimo'', camarero del papa e ''insigne pinto'' citado por Antonio Palomino entre los retratos pintados por Velázquez en un segundo viaje a Roma, tras el del papa Inocencio X. Velázquez había emprendido este viaje en 1649 con objeto de contratar a algún pintor especialista en frescos y comprar pinturas y esculturas para la decoración del Alcazar de Madrid en nombre de Felipe IV, pero a diferencia del primer viaje, ahora era un pintor consagrado que buscaba verse reconocido en Roma y buscó la ocasión de retratar al Papa Inocencio X y a varios mienbros de su corte. Junto con la del retrato del cardenal Camillo Astalli Pamphili pintado en la misma ocasión perteneció al marqués del Carpio, virrey de Nápoles, figurando en el inventario de los bienes dejados en Madrid a su muerte en 1687. Se desconocen de los pasos seguidos por el cuadros hasta su ingreso en la coleccion Bankes.
Las hilanderas (1657)
La fábula de Aracne, popularmente conocido como Las hilanderas, es un lienzo de Diego Velázquez. Esta obra es de los máximos exponentes de la pintura barroca española y esta considerada como unos de los grandes ejemplos de la mestría de Velazquez. Temáticamente es una de sus obras más enigmáticas, pues aún no se conoce el verdadero próposito de esta obra.
Velázquez pintó el cuadro hacia 1657, es su etapa de mayor esplendor, para un cliente particular, Pedro de Arce. Como pintor del rey, Velázquez no solía atender encargos privados, pero en este caso hizo una excepción pues Arce era montero de Felipe IV, o sea, organizaba sus monterías y, por tanto, tenía ciertas influencias en la corte de Madrid. A principios del siglo XVIII el cuadro pasó a formar parte de las colecciones reales.
Velázquez pintó el cuadro hacia 1657, es su etapa de mayor esplendor, para un cliente particular, Pedro de Arce. Como pintor del rey, Velázquez no solía atender encargos privados, pero en este caso hizo una excepción pues Arce era montero de Felipe IV, o sea, organizaba sus monterías y, por tanto, tenía ciertas influencias en la corte de Madrid. A principios del siglo XVIII el cuadro pasó a formar parte de las colecciones reales.
jueves, 4 de diciembre de 2014
Las Meninas siglo XIX
Las Meninas, como se conoce el cuuadro desde el siglo XIX, o La familia de Felipe IV según se describe en el inventario de 1734, se considera la obra maestra del pintor del siglo de oro español Diego Velazquez. Acabado en 1656 según Antonio Palomino, fecha unicamente aceptada por la critica, corresponde al ultimo periodo estilistico del artista, el de plena madurez. Es una pintura realizada al óleo sobre un lienzo de grandes dimensiones formado por tres bandas de tela cosidas verticalmente, donde las figuras situadas en primer plano se representan a tamaño natural. Es una de las obras pictóricas mas analizadas y comentadas en el mundo del arte. Aunque fue descrito con cierto detalle por Antonio Palomino y mencionado elogiosamente por algunos artistas y viajeros que tuvieron la oportunidad de verlo en el palacio no alcanzó auntentica reputación hasta 1819, cuando tras la apertura del Museo del Prado pudo ser copiado y contemplado por un público mas amplio. Desde entonces se han ofrecido de él diversas interpretaciones, sintetizadas por Jonathan Brown en r¡tres grandes corrientes.
Retrato de Inocencio X
El Retrato de Inocencio X es una pintura realizada al óleo sobre lienzo por Diego Velázquez, en el verano de 1650. Actualmente se encuentra en la Galería Doria Pamphili de Roma, también conocida como Palazzo Doria-Pamphili.
El cuadro se realizó durante el segundo viaje a Italia de Velázquez entre principios de 1649 y mediados de 1651. Hay constancia documenral de que el papa posó Velázquez en agosto de 1650.
El pontífice posó para Velázquez porque seguramente ya era consciente de su maestría; hubieron de conocerse en 1625, cuando siendo nuncio Inocencio viajo a Madrid.
En las mismas fechas de este retrato, Velázquez hizo otro de menor formato de personajes próximos a Inocencio X, incluido su barbero, si bien ninguno está fechado y pueden ser posteriores a la esfinge del papa. Tres de estos restratos se convervan: en la Hispanic Society de Nueva York (Retrato del cardenal Camillo Astalli), en el palacio de Kingston Lacy, Reino Unido (Retrato de Camillo Massimi), y en el Museo del Prado (Retrato de Fernando Brandani).
Se cuenta que cuando el papa vio terminado su retrato, dijo : 'Demasiado veraz', aunque no puedo negar la calidad del mismo.
La rendición de Breda (1634-1635)
La rendición de Breda o Las lanzas es un óleo sobre lienzo, pintado entre 1634 y 1635, es decir, su etapa de madurez. El cuadro se pintó junto con otros doce, para la decoración del Salon de Reinos del Palacio del buen retiro. Allí era donde Felipe IV recibia a los embajadores y demas autoridades extranjeras.
El Conde Duque de Olivares decidio decorar este gran salon con imagenes de los principales exitos militares de España. Para la serie de doce batallas, se convocó a Velazquez y a otros artistas, como Vicente Carducho, Jusepe Leonardo, Juan Bautista Maíno y Antonio Pereda. Velazquez desarrolla el tema sin vanagloria ni sangre.
El Conde Duque de Olivares decidio decorar este gran salon con imagenes de los principales exitos militares de España. Para la serie de doce batallas, se convocó a Velazquez y a otros artistas, como Vicente Carducho, Jusepe Leonardo, Juan Bautista Maíno y Antonio Pereda. Velazquez desarrolla el tema sin vanagloria ni sangre.
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