jueves, 11 de diciembre de 2014

El pabellón de Cleopatra.

La Vista del jardín de la Villa Médicis, en Roma, también llamado ''El pabellón de Ariadna-Logia de Cleopatra'' o ''El mediodía'', para diferenciarlo de su compañero, ''La entrada de la gruta'' o ''La tarde'', es un óleo pintado por Velázquez durante su primer viaje a Italia, entre 1629 y 1631.
El motivo representado es un jardín cerrado por una serliana dando cobijo a una de las copias de la escultura helenística de la Ariadna dormida, como la que el propio Velázquez trajo de Italia en su segundo viaje. La serliana actúa como una balconada abierta a un paisaje en el que destacan algunos cipreses, iluminado con un sol de mediodía que se cuela entre las frondosas compás de los árboles del jardín matizando con destellos de luz intensa las siluetas vaporosas de unos personajes episódicos, tan ligeramente dibujados que en ellos se transparenta el fondo.
La principal novedad del lienzo escriba en su inmediatez,  habiéndolo pintado del natural con ligeras pinceladas, directamente al óleo y a plena luz, lo que sólo algunos artistas holandeses establecidos en Roma habían hecho para esas fechas, si bien estos, a diferencia de Velázquez, se habían servido siempre del lápiz, la pluma o la aguada para sus apuntes rápidos, como poco después haría también Claudio de Lorena en sus célebres estudios del natural.






martes, 9 de diciembre de 2014

Maria de Austria.

Se trata de una obra muy lograda en que el autor capta perfectamente la psicologia de la futura emperatriz. Tal y como venía haciendo en retratos anteriores, Velázquez pinta sobre un fondo neutro para resaltar la figura. Todo está tratado con gran calidad: el traje verdoso, la gola gris y sobre todo el cabello, realizado con gran esmero y detalle minucioso.En 1630 el pintor Diego Velázquez se encontraba de viaje por Italia. Ya de regreso para España pasó los últimos tres meses de ese año en la ciudad italiana de Napoles y fue durante esa estancia cuando realizó el retrato de María Ana de Austria, todavía infanta pues aún no había tenido lugar su casamiento con Fernando III. El objeto de hacer este retrato era el de traérselo consigo para España y entregárselo a Felipe IV como recuerdo de su hermana, a la que no volvería a ver. Desde la época del emperador Carlos I  hubo la costumbre de pintar retratos de parentela entre los reyes y sus allegados, en la mayoría de los casos como presentación del personaje a otras personalidades, con motivo de futuras bodas o simplemente para recuerdo de familia.



La costurera

La costurera o Mujer joven cosiendo, es una pintura al óleo atribuida a Velazquez. La obra, inacabada, se ha puesto en relacion con una entrada en el inventario de los bienes dejados por Velazquez a su muerte en el que el numero 168 se citaba (Otra cabeca de una mujer aciendo labor). Para su ejecución se han fijado fechas que van desde 1640 hasta 1649, fecha del segundo viaje del pintor a Italia. Para López-Rey, el caracter inacabado de la obra imposibilita la datación, aunque el parecido del modelo con la mujer retratada en la Dama del abanico, que considera de 1635, haria pensar en una fecha proxima para la Costurera. El mismo López-Rey señala semejanzas con la coronación de la virgen que avalarían se autografía, discutida por críticos como Pantorba o Sánchez Cantón.



La adoración de los Magos

La adoración de los Magos es una pintura al óleo sobre lienzo de Diego Velázquez fechada en 1619 en una piedra al pie de la Virgen.
El cuadro representa la Adoración de los Reyes Magos según la tradición cristiana que concreta su número en tres y, a partir del siglo XIV, imagina a Baltasar de color negro, ofreciendo tres regalos.
Con los tres magos, a la Virgen y el Niño, Velázquez pinta a san José y a un paje, con los que se llena prácticamente toda la superficie del lienzo y deja solo una pequeña abertura a un paisaje crepuscular en el ángulo superior izquierdo. La zarza al pie de María alude al contenido de su meditación, expresada en el rostro reconcentrado y sereno.
En los personajes representados se han buscado retratos de miembros de la familia del pintor, relacionando un autorretrato de Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, con la cabeza del rey Melchor, el de barba blanca. Conforme a esas interpretaciones, la virgen sería la esposa de Velázquez, Juana Pacheco, con la uq ehabía casado un año antes, el Niño Jesús sería la propia hija mayor del pintor, y este, o su hermano Juan, daría rostro a Gaspar.


El San Juan Evangelista en Patmos

El San Juan Evangelista en Patmos es un cuadro de la primera etapa de Velázquez, pintado en Sevilla hacia 1618.
Velázquez  representa a Juan el Evangelista en la isla de Patmos donde, como cuenta Francisco Pacheco, tuvo admirables ilustraciones y revelaciones y escribió el Apocalipsis. Aparece sentado, con el libro en el que escribe el contenido de la revelación sobre las rodillas. Al pie otros dos libros cerrados aluden probablemente al evangelio y a las tres epístolas que escribió. Arriba y a la izquierda aparece el contenido de la visión que tiene suspendido al santo, tomado del Apocalispis.
La luz es también la propia de las corrientes naturalistas. Procedente de un punto focal situado fuera del cuadro que refleja intensamente en las ropas blancas y destaca con fuertes sombras las facciones duras del joven apóstol. El efecto volumétrico creado de ese modo, y el interés manidestado por las texturas de los materiales, como se ha señalado Fernando Marías, alejan a Velazquez de su maestro ya en estas obras primerizas.




La Inmaculada Concepción

La Inmaculada Concepción pintada por Velázquez hacia 1618, podría ser, con su paareja, el San Juan evangelista en Patmos del mismo museo, la primera de las oras conservadas del sevillano, pintada con poco más de 18 años.
En 1800 Juan Agustín Ceán Bermúdez citó la obra, junto con su pareja, el San Juan evangelista escribiendo el Apocalipsis, de idénticas dimensiones, en la sala capitular del convento del Carmen Calzado de Sevilla.
El cromatismo parece haber sufrido un oscurecimiento general, a causa de la cera aplicada en una forración. Pero de todos modos no es probable que en su estado primitivo alcanzase la claridad de las Inmaculadas de su maestro, Francisco Pacheco, si se considera que había de armonizar con el San Juan en Patmos, cuyo sistema de iluminación intensa en el primer plano y dirigida desde la izquierda comparte.



El apóstol Santo Tomás

El apóstol Santo Tomas es un óleo atribuido a Velázquez, perteneciente a su primer etapa y pintado en Sevilla entre 1618 y 1620.
El santo aparece de riguroso perfil, envuelto en un pesado manto castaño anaranjado surcado por profundos pliegues. Julián Gallego destacó la calidad de las manos, estudiadas del natural, con las que sujeta en la derecha un libro abierto encuadernado en pergamino y en la izquierda una pica o lanza que lleva al hombro. La iluminación intensa, dirigida desde la izquierda, ha llevado a que se recuerde con frecuencia a propósito de este cuadro el naturalismo caravaggista y su sistema de iluminación tenebrista.
Su identificación como el apóstol santo Tomás, habitualmente representado con una escuadra, es posible además de por la inscripción que lleva en la parte superior, por la pica, atributo no infrecuente y del que se vale también el Greco en alguno de sus apostolados.